sábado, 5 de julio de 2014

Cerámica de Talavera de la Reina (series)


Cerámica de Talavera de la Reina (series)

La loza de Talavera, producida en Talavera de la Reina (España) a lo largo de sus cinco siglos de reconocida tradición cerámica, ha generado una tipología tan rica y variopinta que ha hecho necesaria una clasificación en series propuestas desde finales del siglo XIX por distintos especialistas, a fin de facilitar su estudio y catalogación. Dicha clasificación se hace extensiva a la loza producida en el vecino foco alfarero de El Puente del Arzobispo con la que la de Talavera lo tiene todo en común, excepto la fama (que de siempre acaparó la villa de la Reina, quizá por su estratégica situación en el camino real a Lisboa)
De origen musulmán, la cerámica de Talavera de la Reina adquirió peso industrial a partir del siglo XVI. Citada por Cervantes, Lope de Vega y Tirso de Molina, la loza talaverana puede documentarse asimismo en buena parte de la pintura barroca española. Usada por nobles y humildes, su monopolio mercantil en pugna constante con la loza sevillana, se vio desplazado a finales del siglo XVIII por la emergente fábrica de Alcora; en ese momento histórico se localiza uno de los primeros cambios en sus series decorativas originales.
En el siglo XIX, con la destrucción de sus alfares y fábricas por el ejército francés entre 1810 y 1812, se inició un largo periodo de decadencia, que la pérdida definitiva de las colonias casi llevó a su desaparición. Uno de los artífices de la recuperación de la cerámica talaverana española fue Juan Niveiro con la fundación de la fábrica de "El Carmen"; la incorporación de operarios traídos de Manises supuso otro importante cambio en sus series decorativas. Cambios que reforzarían las series tricolores producidas por otro alfar emergente a mediados del siglo XIX: "La Menora".
En 1908, Ruiz de Luna recuperó en su nueva fábrica formas y temas de la vieja producción talaverana renacentista y barroca con un sello de calidad. Otros alfares nacidos a lo largo del siglo XX y con un reflejo importante en la producción de series talaveranas fueron los de: "Henche", "Montemayor" y "Nueva Menora".
Detalle del "jarro frailero" con el escudo obispal en San Hugo en el refectorio de los Cartujos, óleo de Zurbarán hacia 1635 (262 x 307 cm), Museo de Bellas Artes Sevilla.

Índice

  • 1 Clasificación
    • 1.1 Series blancas
    • 1.2 Antiguas series azules originales
    • 1.3 Serie de jarros de Santiago
    • 1.4 Serie de las mariposas
    • 1.5 Serie de los recortes (ferroneríes)
    • 1.6 Serie tricolor
    • 1.7 Series polícromas con escenas y animales
    • 1.8 Series monocromas azules con escenas
    • 1.9 Series azules de influencia china
    • 1.10 Series azules sin dibujo
    • 1.11 Series alcoreñas talaveranas
      • 1.11.1 Serie alcoreña del chaparro
      • 1.11.2 Serie alcoreña de la puntilla de Bérain
      • 1.11.3 Serie alcoreña de la adormidera
      • 1.11.4 Serie alcoreña del ramito o ramos azules
      • 1.11.5 Serie alcoreña con la Virgen del Prado
      • 1.11.6 Serie alcoreña de guirnaldas y pabellones
    • 1.12 Serie cola de gallo
    • 1.13 Otras series menores
  • 2 Cronología
  • 3 Ocaso talaverano
  • 4 Influencias en otros focos
  • 5 En museos y colecciones
  • 6 Reflejo de corrientes y estilos artísticos
  • 7 Principales investigadores
  • 8 Véase también
  • 9 Referencias
  • 10 Notas
  • 11 Bibliografía
  • 12 Enlaces externos

Clasificación

Series blancas

Datadas entre las más antiguas, junto con la de la palma, se pueden subdividir en cinco grupos cronológicamente correlativos: blanca mudéjar, renacentista, dedicada, con azul lineal y blanca tardía. Su llamativa blancura parece ser fruto de dos circunstancias:
  • El uso de barros pajizos como las arcillas de los vecinos barreros de Calera.
  • La riqueza en estaño de la pasta (frita) con que se bañaban las piezas desde mediados del siglo XVI, aumentó la opacidad y blancura del esmalte.
Si bien Lope, Cervantes o Tirso, parodiando o glosando la austeridad de estas lozas blancas sobrias y puras, las llaman talaveras, no es de recibo que fueran hechas en Talavera de la Reina, pues como ellas y en su época, se fabricaban también en los alfares de la Triana sevillana, en los de Toledo, y de los antiguos reinos de Granada

Antiguas series azules originales

González Zamora clasifica un grupo de series precedentes o contemporáneas de la popular serie blanquiazul conocida como de las mariposas. Su catálogo, más específico y técnico, se apoya en los motivos que decoran esas series, separando la de roleos (diferenciada por su barro rojo de base), de la de espirales (exclusiva de platos con el reverso sin esmaltar); proponiendo también como una de las más antiguas —en virtud de los hallazgos arqueológicos— la serie de palma, de clara estética mudéjar, con esmalte blanco-grisaceo sobre arcillas sonrosadas.

Serie de jarros de Santiago

Mateo Cerezo el joven: Natureza muerta con carne (1664). En el águlo superior izquierdo, un jarro de Santiago.
Serie menor tan antigua como específica, decorada en azul y mostrando en muchas piezas la Cruz de Santiago. Datados en el siglo XVI, aparecen en un bodegón de Mateo Cerezo fechado en 1664 y conservado en la Academia de San Carlos de Méjico.

Serie de las mariposas

Loza de carácter popular, fabricada a lo largo de los siglos XVI y XVII. Decoración en azul con motivos vegetales muy estilizados que evocan las formas de las mariposas. Vidriado pobre en estaño y producción preferente de platos hondos de perfiles gruesos, similares a cuencos; las mariposas alternadas con motivos vegetales aparecen en el alero de las piezas, ocupando el centro del plato figuras animales en movimiento.[nota 3]

Serie de los recortes (ferroneríes)

De claro origen renacentista italiano, aunque traída a la península ibérica por artistas flamencos como Jan Floris. Serie culta en azul y amarillo, fabricada en el último cuarto del siglo XVI y también llamada de los herrajes, por estar sus piezas decoradas con motivos tomados de la artesanía del hierro.

Serie tricolor

Así llamada por decorar sus piezas en azul tendido, manganeso (lila negruzco usado para trazar el dibujo) y naranja (este color con una apariencia "rayada"), policromía de origen italiano. Sigue predominando la temática vegetal-animal y aparecen las primeras figuras humanas. Cronológicamente situada entre finales del siglo XVI y el último tercio del siglo XVII.

Series polícromas con escenas y animales

Comenzaron a popularizarse en el siglo XVIII y han llegado hasta el inicio del siglo XXI. González Zamora diferencia cinco subseries: polícromas realistas, polícromas con hoja menuda, polícromas con trifolios, serie esmeralda y serie mixta de polícromas y azules. Suponen un regreso al manierismo tardobarroco y reproducen escenas muy diversas, no solo las tópicas, más famosas, de caza o animales aislados, arboledas, etc. Las escenas, especialmente en la serie esmeralda aparecen pintadas en una gama de "tonos verdes" que, al ser más tarde recuperados por los grandes alfares de Henche, Ruiz de Luna y Saso, le han dado señas de identidad a la loza de Talavera de la Reina.

Series monocromas azules con escenas

La transición política de Austrias a Borbones impulsó las series esmaltadas en azul, ampliando la producción chinesca y heráldica a temas barrocos de recargados paisajes y escenografías. Desgranando posibles grupos con propia personalidad, se han diferenciado: las series de azul sobre azul; las series realistas; las series con troncos paralelos; las series con arbustos y las series con motivos policromos enmarcados en un ámbito básico azul.

Series azules de influencia china

Producidas a lo largo de los siglos XVII y XVIII, rescataron del olvido el azul cobalto típico de la primitiva loza española talaverana. Salidas tanto de los alfares de Puente como de los de Talavera, imitan las porcelanas chinas de los siglos XVI y XVII. Decoración azul sobre blanco, que González Zamora clasifica en cuatro grupos: 1. Oriental inicial; 2. De helechos; 3. Oriental de paisajes abstractos; y 4. Helechos tardíos. Durante mucho tiempo, los investigadores las consideraron de origen holandés. La primera en apuntar la posible paternidad portuguesa de estas series fue Natacha Seseña, en 1975, proponiendo una división inicial en dos series, la chinesca y la de las golondrinas.
Son igualmente característicos los albarelos y orzas decorados con el escudo de las órdenes de las boticas de los conventos a los que iban destinados. El resto de las piezas repite la temática variopinta de la serie polícroma pintados exclusivamente en azul. Una vez más, los nuevos alfares de Niveiro y Ruiz de Luna decoraron, ya en la segunda mitad del siglo XIX y gran parte del XX, abundantes piezas populares con las líneas esenciales de la serie azul.
Autores más exigentes construyen clasificaciones más específicas, diferenciando entre las series de la gama azul: la punteada azul, la rayada azul, la de escenas azules y la de ramos azules, (además de las antedichas de influencia china).

Series azules sin dibujo

Aquí se pueden agrupar otras series con predominio del azul y nombradas en virtud de las técnicas y medios usados para su decoración:
  • Jaspeada.- La decoración, aplicada con una esponja y difuminada con pincel o brocha pretende evocar jaspes u otras piedras duras.
  • Esponjada.- Siguiendo técnicas similares a la jaspeada, la del esponjado se combina con manchas amarillas que imitan la pirita del lapislázuli. No se difumina.
  • Pulverizada.- Existen dos tipos, bien fondo blanco con manchas en azul, o fondo azul suave con manchas en azul más oscuro.
  • Punteada.- Decoración de puntos y líneas en azul con motivos cromáticos en naranja y amarillo.

Series alcoreñas talaveranas

Desde 1727, el típico blanco purísimo aparece adornado con temas originales de la Loza de Alcora, como la adormidera, el chaparro, o la puntilla de Bérain. Esta riqueza y profusión decorativas han dado lugar a una división en subseries:

Serie alcoreña del chaparro

Llamada así por representarse en las piezas que la componen un arbolillo que en alfarería se denomina chaparro, junto a un río con un puente. Un diseño original creado en Alcora en la segunda mitad del siglo XVIII por un tal "Álvaro" (1749-1798).

Serie alcoreña de la puntilla de Bérain

Nombre que le da la característica cenefa alcoreña así denominada en sus alfares de origen, y que aparece en el borde de platos y fuentes, preferentemente. La réplica talaverana, más gruesa o más fina, puede acompañarse de otros motivos decorativos de Alcora.

Serie alcoreña de la adormidera

Llamada también de la adormidera y los claveles o de rosa, a partir de la pequeña florecilla identificativa de gran parte de la loza de Alcora, y que en el caso de Talavera de la Reina representa una flor grande (de hoja carnosa y otras veces parecida a los claveles), pintada casi siempre en azul. Si bien la denominación más popular o conocida es serie de la adormidera —debiéndose a los estudios de Seseña la ampliación identificadora al motivo de los claveles—, González Zamora insiste en el nombre antiguo, rosa o de rosa,[ tal como aparece en las Ordenanzas de los alfareros de 1751, reproducidas íntegramente en el estudio de Diodoro Vaca.Se conservan piezas con este motivo tan dispares como: platos, cuencos, orzas, jarros, botes (albarelos), tablillas y tiestos. En fuentes documentales se citan además: escudillas, tazas, fuentes, lebrillos, salvillas, bacinillas y pilas. Natacha Seseña da referencia de una serie de bodegones de Luis Meléndez con excelentes ejemplos de esta serie.

  • Galería de ''talaveras'' de Meléndez
Bodegón con cerezas, ciruelas, queso y jarra (hacia 1760), en el Museo del Prado. A la izquierda loza esmaltada con la rosa típica de la serie de la adormidera.
Bodegón con cerezas, albaricoques y una jarra de "loza talaverana" de la serie de escenas azules (hacia 1773). Museo de Bellas Artes de Bilbao, Vizcaya (España).
Bodegón con naranjas, orza de miel, cajas de dulce de membrillo y un tarro (hacia 1765). Kimbell Art Museum. Los motivos del tarro son más levantinos que talaveranos, probablemente loza de Manises.

Serie alcoreña del ramito o ramos azules

Los rediseñadores de Talavera popularizaron y diversificaron un pequeño ramillete vegetal típicamente alcoreño, en ocasiones repetido sobre toda la pieza (platos, fuentes, etc.), modificando incluso su delicada policromía característica.

Serie alcoreña con la Virgen del Prado

A partir del siglo XVIII, la imagen de la patrona de Talavera de la Reina se inserta en el centro de una decoración con motivos originales de Alcora.

Serie alcoreña de guirnaldas y pabellones

La temática de esta serie se inspira en la guirnalda floral de Olerys. El modelo talaverano, más minucioso, tiende a agrandar las flores de la guirnalda y colorearlas. En el siglo XIX, este tema vegetal se sustituyó por los llamados pabellones, onduladas cortinas que penden alrededor de cada pieza.

Serie cola de gallo

También llamada de hoja-pluma, se trata de una variación temática del ramito de Alcora, pintado —como es característica talaverana— a mayor tamaño. Se llama así por las hojas plumeadas, parecidas a la cola del gallo. Del penacho central surgen otras "hojas-plumas" más pequeñas y algunas florecillas.

Otras series menores

Otros autores proponen clasificaciones paralelas, diferenciando pequeñas series como la de pétalos orientales de origen oriental
Investigadores como Martínez Caviró, Pleguezuelo y Sánchez Pacheco propusieron como lozas relacionadas con Talavera y El Puente del Arzobispo la serie, básicamente de platos, decorada en cobalto (con ocasionales pinceladas de amarillo), que incluye en la temática pequeños animales como tortugas, caracoles, lagartijas, etc. Se trata de piezas datadas a comienzos del siglo XVII.
Otra serie propuesta es la de grutescos, original de los talleres de Urbino (concentrada en la producción de Deruta). Su personal decoración italiana aparecen en salvillas, especieros, fuentes circulares y piletas.
Talleres de loza de Aragón, Valencia y Talavera de la Reina se disputan la paternidad española de otra serie de origen italiano (Ainaud la relaciona con producciones ligures de la segunda mitad del siglo XVII), conocida como serie de las algas o de las cintas vegetales.

Cronología

Cronología de las lozas de Talavera, Puente y Toledo
Series
Desde
Hasta
PALMA (azul y blanco)
1460
1540
ROLEOS (azul y blanco)
1500
1600
ESPIRAL (azul y blanco)
1500
1560
JARROS SANTIAGO (azul y blanco)
1550
1600
PUNTEADA AZUL
1500
1600
PUNTEADA POLÍCROMA
1550
1610
BLANCAS
1460
1900
JASPEADAS
1550
1600
RECORTES (ferroneríes)
1575
1590
MARIPOSAS (azul y blanco)
1550
1625
RAYADA NARANJA
1590
1675
RAYADA AZUL
1600
1625
CHINAS (azul y blanco)
1590
1800
HERÁLDICAS (azul y blanco)
1550
1850
ENCAJE
1650
1720
ESCENAS POLÍCROMAS
1675
1900
ESCENAS AZULES
1675
1875
FIGURAS MODELADAS
1575
1775
"alcoreña": ADORMIDERA o de ROSA (azul y blanco)
1740
1850
"alcoreña": PUNTILLA (Bérain)
1740
1790
"alcoreña": RAMOS AZULES (azul y blanco)
1725
1850
"alcoreña": PÉTALOS ORIENTALES (azul y blanco)
1760
1790
"alcoreña": RAMOS POLÍCROMOS
1760
1860
SERIES del XIX
1800
1900
— Las fechas de los periodos de producción son aproximadas con valor orientativo —
Saleros de loza esmaltada de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo (Toledo, España). Siglos XVII al XIX. Adornados con motivos de algunas de sus series decorativas más típicas.

Ocaso talaverano

A lo largo del siglo XIX, un conjunto de circunstancias determinaron la paulatina decadencia industrial de las series talaveranas: la competencia de Alcora y Buen Retiro, preferidas por las clases ricas y sobre todo la apertura de industrias con tipos de impresión calcográfica en Sargadelos, Cartagena y Sevilla. Trescientos años de historia y cierta gloria internacional sucumbieron ante una injusta y demoledora etiqueta de "cacharro de verbena", que nació en la boca ignorante del burgués y que todo aquél que pretenda presumir de cierto gusto hizo religiosamente suya. Los alfares de Guijo y Luna, pretendiendo huir de la quema, se aplican en una industria historicista intentando hacer valer un pasado que como tal recuerdo acaba convirtiéndose en «souvenir». El resultado fueron un puñado de series continuistas y un intento de lo que pudiera pasar como serie nueva, pero sin alejarse del espíritu tradicional.
Entre las series consideras recuperables por los grandes talleres, se fabricaron "a imagen y semejanza" toda la temática de escenas y ramos (tanto en azul como policromía), además de lo más típico de la serie azul lineal, algunos ejemplos tardíos de la serie heráldica y otros tantos de la serie esmeralda. Y entre las consideradas como innovación, se produjeron series básicas con decoración sólo en naranja (copiando un ejemplo alcoreño del siglo XVIII), otras sólo en manganeso y versiones populares —aún más— de las series de la pajarita y las cenefas.
También se considera innovación de ese periodo decadente la producción de piezas, preferentemente jarros de vino y platos, con lemas exclamativos del tipo "Viva Jesús, María y José", "Viva mi dueño", etc. A pesar de los ostentosos leones que sostienen el escudo que encierra las leyendas, resultan proverbiales las faltas de ortografía, la pobre caligrafía y la baja calidad de esmaltes. En esta dinámica popular que se precipita en lo populachero, se producen sin embargo objetos con una belleza infantil, ingenua y a veces surrealista

Influencias en otros focos

Diversos trabajos arqueológicos y el estudio comparado de importantes fondos de loza fina han permitido detectar influencias y copias manifiestas de las series de loza talaverana en diferentes puntos de la geografía cerámica española
Además de la producción paralela de los alfares puenteños y de algunos "intercambios" claros con los de la capital toledana, se han rastreado influencias en grandes centros tradicionales de Aragón, Lérida, Logroño, Valladolid, en la provincia de Córdoba, los de Úbeda y Baeza, e incluso entre la magna obra de la competencia: Sevilla.

En museos y colecciones

Las series de loza española talaverana están ricamente representadas, entre otras instituciones, en los siguientes museos y colecciones privadas:
  • Museo Arqueológico Nacional, Museo Nacional de Artes Decorativas, Museo de Cerámica de Barcelona, Museo de Santa Cruz, Museo de Cerámica Ruiz de Luna, Instituto de Valencia de Don Juan, Museo Lázaro Galdiano, Monasterio de El Escorial y diversos museos provinciales como los de Ávila, Valladolid o Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla. Y fuera de España, en la Hispanic Society of América y el Museo de Victoria y Alberto.
  • Entre las principales colecciones privadas españolas con fondos importantes de loza de Talavera y su entorno, pueden enumerarse: la del Marqués de Cerralbo, la Godía y otras menos conocidas como las Bertrán, Castillo, Yébenes y Mateo.

Reflejo de corrientes y estilos artísticos

Las series más antiguas (palma, roleos, espirales, Santiago) reciben, aunque ya en el siglo XVI, un claro influjo de la estética mudéjar, que al final de ese siglo se funden con los primeros ecos del renacentistas italianos. A partir de 1600, los estilos de tradición musulmana y los manieristas empiezan a verse desplazados por corrientes orientales (series chinas) y por el barroco imperante de origen italo-francés (series de encajes y escenas galantes). Entrado el siglo XVIII, el rococó se impone con las series de puntillas, mientras coletazos barrocos dominan la serie rosa; por su parte, las series de pètalos y ramos dejan clara la influencia de los esmaltes orientales en la industria de las artes decorativas y, finalmente, del rococó francés.

Principales investigadores

La popularidad y el volumen de producción de las "talaveras de España", han sido estudiadas a lo largo de todo el siglo XX por los siguientes historiadores, etnólogos, arqueólogos, ceramistas y demás estudiosos: Alice Frothingham, Balbina Martínez Caviró, Carmen Mañueco, Natacha Seseña, Trinidad Sánchez Pacheco, Ruiz de Luna, Diodoro Vaca, Platón Páramo, Ainaud de Lasarte, Alfonso Pleguezuelo, Anthony Ray...
De entre los pioneros en el estudio y descripción de las lozas talaveranas, cabe citar a:
  • Diego Pérez de Mesa que en sus Grandezas y Cosas Notables de España (1590) dedica un capítulo a la villa de Talavera.
  • El fraile jerónimo Andrés de Torrejón, el escritor del siglo XVI más recurrido en los posteriores estudios que sobre la loza talaverana se cuentan.
En el capítulo de las excavaciones arqueológicas, además de las hechas en la ciudad de Toledo, han sido esenciales las clasificaciones de restos de material cerámico realizadas por Braña y Ceballos en Talavera de la Reina y por Llubiá en El Puente del Arzobispo.

INICIOS DE LA CERAMICA

Hace miles de años que el hombre y el barro se conocen, y tienen establecido este dialogo en el que el hombre consigue del barro un recipiente para su uso. En los periodos eneolíticos y neolíticos el barro es el gran compañero del hombre. Utilizara estos recipientes para guardar el grano y todo lo que constituía su dieta alimenticia.
La primera pieza decorada en España que viajo por los mercados de otros pueblos fue el “vaso campaniforme”, pertenece al tercer milenio antes de Cristo, tiene decoración incisa rellena de pasta blanca. La cerámica anterior a este vaso que se ha encontrado en la península no tiene adornos.
Cerámicas de Talavera
Hasta el siglo XVI los alfareros hacen una cerámica de uso, para cubrir las necesidades de la ciudad y de los pueblos de sus antiguas tierras. En el siglo XVI a la loza de uso se le une la azulejería y los alfareros comienzan a tener peso en la ciudad.
En el siglo XVII hay una transformación en la sociedad talaverana, al modo de vida agrícola y ganadera se une el de la alfarería. En el siglo XVIII soporta la fuerza y el empuje de la Real Fábrica de Sedas; no quiere perder sus privilegios y existe una pugna entre los dos estamentos por destacar en todo acto social y religioso.
A lo largo del siglo XIX Talavera se abre al comercio y elemento cerámico mal pervive. En el siglo XX, hasta la Guerra Civil, Ruiz de Luna sirve de guía para que otros se unan y podamos señalar un verdadero florecimiento. Después del 26 subsiste y comienza una nueva andadura por los añosa 60, que, aunque son subidas y bajadas, sobrevive hasta nuestros días.
El interés de los muchos obreros de Ruiz de Luna y Niveiro, más otros nuevos que se incorporan: Montemayor, Ginestal, Saso, Mauri…, la misma Escuela de Cerámica, ha sido la causa de un florecer donde aparece un interés por nuevas formas, por nuevos diseños y por una cuidada calidad pictórica.
Siglo XVI: Los inicios
La cerámica de Talavera adquiere nombre propio a partir del siglo XVI. Anteriormente su producción para uso domestico cotidiano tenía un tinte popular y las formas típicas del quehacer toledano, dentro de lo mudéjar.
La cerámica de Talavera en tiempos de Carlos V es mudéjar, pero durante el reinado de Felipe II se define como renacentista o italo-flamenca y se elabora según la técnica de “sobrecubierta”. La decoración basada en tonalidad estannífera y la paleta cromática es formada por azules de oxido de cobalto, negros de manganesos, verdes de cobre, amarillo de antimonio y naranjas de oxido de hierro. Jan Floris lleva esta técnica a Talavera hacia 1562 realizando en esta ciudad la azulejería para el alcázar de los Asturias de Madrid. Para hacer posible la gran cantidad de azulejos que piden para las obras reales, los alfareros talaveranos aprenden las nuevas técnicas y dibujos, de esta manera aparece la cerámica renacentista de Talavera.
Siglo XVII: Ciudad de la cerámica
Las circunstancias negativas, en el aspecto económico, durante el reinado de Felipe III fueron un hecho positivo para la cerámica de Talavera. La nobleza y el clero usaban en sus mesas vajillas de metales preciosos hasta que en 1601, el duque de Lerma, en una pragmática prohíbe las “colgaduras y aderezos de casa de brocados y telas de oreo y plata bordado y hechuras de joyas de oro y piezas de plata”. Con esta pragmática intentaba solucionar la falta de metal para fabricar monedas.
El Rey en primer lugar y después toda la nobleza se fijaron en la cerámica de Talavera y sus mesas se fueron llenando de vajillas fabricadas en esa ciudad. De los 1500 vecinos que tenia Talavera en el siglo XVII más de 200 trabajaban en los alfares. La cerámica aporta un nuevo rasgo a la ciudad, es cuando empieza a construir su sobrenombre de ciudad de la cerámica.
El Rey Felipe III con la pragmática de 1601 y el monopolio de que gozaban Triana y Talavera en el comercio con América, fueron la causa determinante del esplendor que consiguió la cerámica de Talavera.
En este siglo XVII y primer tercio del XVIII, un azul pálido se hace vuelo en forma de golondrina; es la conocida serie chinesca o de las golondrinas. La decoración es una orla de hoja de palma unas veces; otras tiene el helecho por motivo; en el centro una o dos golondrinas o patos junto a un matorral. Esta influencia china llega a Talavera a través de Portugal.
Siglo XVIII: Aires nuevos
En este siglo, desde 1730 la loza talaverana cambia su semblante, pierde su raigambre tradicional y busca otros soles, no inferiores, distintos.
El siglo XVIII nos muestra que la cerámica de Talavera no tiene la tradición como corsé que la impide respirar aires nuevos; la influencia francesa y de Alcora Transforman el que hacer alfarero de Talavera, aunque como jugo escondido, mantiene un aire que si es propio: la manera especial de usar los colores, los trazos de las pinceladas y la armonía de su conjunto. Sin embargo el siglo XVIII es el siglo de las dudas, del decaimiento.
Siglo XIX: El esplendor se agota
A finales del siglo XVIII Talavera y Triana pierden su privilegio de ser las únicas deramicas que podían comerciar con tierras americanas. Ya en el siglo XIX la Guerra de la Independencia y la desaparición de comercio con América constituyen las causas definitivas de la decadencia. La poca cerámica que se produce toma un carácter popular y se identifica con su paleta, baños y colores, con la cerámica de Puente del Arzobispo; solo las formas de sus piezas siguen siendo talaveranas.
Al finalizar el siglo XIX se producen platos de “rosillas” y del “pajarito”. Platos sencillos, de color blanco que en el borde tiene un filete azul y en el canto o fondo del plato una florecilla. Con este telón de fondo surgirá la cerámica de Ruiz de Luna.
Siglo XX: El florecimiento de la cerámica con Ruiz de Luna
El florecimiento que se produce en la primera mitad del siglo XX vuelve a sembrar de azulejos y colores talaveranos jardineas y parques de tierras americanas y españolas.
La cerámica Ruiz de Luna es estudio, dominio y creación. Es estudio porque busca los datos históricos que le acerquen al tiempo y a los hombres de la Talavera alfarera, observa las piezas antiguas y las reproduce; un fragmento es suficiente para reconstruir una obra. Es dominio por los conocimientos técnicos que utiliza con soltura, investiga colores y pastas, forma a sus empleados, actualiza formas y motivos, el torno y el pincel no conocen imposibles. Es creación porque de su alfar salen obras totalmente suyas; consigue que sean talaveranos dibujos y temas que eran propios de obras cerámicas antiguas; supo jugar y conjugar en sus piezas el tiempo.
Granada
Verde y azul
La Cerámica Popular Verde-Azul granadina es un fruto del siglo XIX.
Estos alfares producían y decoraban sus piezas en este estilo que combina esmaltes de cobalto y verde de cobre.

Sus motivos son simples y de predominio geométrico, envolviendo o alternando con abstracciones vegetales o animalísticas; todos planteados de manera popular e ingenua, no desprovista de una cierta espontaneidad y frescura.
Estilo Antiguo
Está basado en la técnica reconstruida con los primeros latidos del más puro y pionero blanco árabe, crudo o semicrudo pero preparado a la manera de aquellos hermosos vidriados que aun brillan en la Alhambra.
En seguida sobre esta capa de blanco semitransparente y puro a veces con un leve craquelado la sobriedad de un azul cobalto, un manganeso, y un verde cobre semidifuminado, pretenden descubrir con esa danza de pájaros, florestas y contorsionadas granadas los valores de una tarea tan noble como la realización de la más pura y autentica <> además de recuperar el aliento infantil y sabio de aquellos alfares que supieron captar el trazo vital de las cosas y trasladarlas al plano cerámico de un albur de pinceles
Antiguo especial
Denominamos antiguo especial a un tipo de decoración cerámica que, apoyándose en los mismos elementos y materiales que la línea antigua, alcanza un nivel de depuración singular, tanto en los motivos geométricos como animalísticos y nos recuerda el más puro sabor de la cerámica árabe.
Cuerda seca
La cuerda seca es una venerable especialidad cerámica que remonta sus orígenes allá por el siglo XI. Su técnica de esmaltado recuerda a los esmaltes Cloissoné, aunque en ella los tabiques que separan las distintas partes del dibujo y color están realizados con una pintura grasa que hacen de barrera de contención al esmalte.
El dominio de esta técnica permite alcanzar resultados de gran espectacularidad y brillantez, con efectos de exuberante colorido que parecen brotar de la cerámica hacia un espacio paradisiaco y floral.
Un marco caleidoscópico parece envolver pájaros de cristal, joyas florales, paisajes multicolores; quizás sea esta la técnica cerámica mas prodiga y capaz de todas las presentes.

Cerámica Iberomeya
El ESTILO IBEROMEYA interpreta la fusión d dos estilos distintos y distantes en el tiempo; la cerámica IBERICA y la OMEYA.
La IBERICA es sencillez, espontaneidad, expresadas con precariedad de recursos técnicos.
La OMEYA ya conoce bien los esmaltes y su depuración en los dibujos alcanza un nivel que sirve de eslabón para llegar a la famosa LOZA DORADA Nazarita que hizo famoso al Reino de granada.
Al recuperar y fundir estos dos estilos en uno, queremos homenajear a estas civilizaciones a veces olvidadas, a las que debemos volver la mirada para comprender que algo profundo está muriendo entre nosotros.
Por eso, a pesar del desenfrenado culto al progreso que vivimos es importante rescatar estas formas perdidas para devolverlas a la contemplación y de su mano toda una cultura, sensibilidad, intensidad de dedicación a los oficios y una alquimia que a veces roza lo ritual.
Los materiales utilizados en la cerámica de esta época, se pronuncian a través de una profusa decoración geométrica y animalistica y dan lugar a una bella cerámica caracterizada por un blanco texturado con un leve craquelado y sobre él, un manganeso y verde en armoniosa y expresiva y expresiva combinación, muestra de la gran sensibilidad y grado de dedicación de estos pueblos, antecesores por otra parte de lo que sería más tarde la revolución artístico-cerámica de la época; este avance alcanzo cotas, quizá jamás superadas, gracias a la espectacular Loza Dorada.
Cuatro mil años antes, cuando apenas se conocía el esmalte cerámico valiéndose de los engobes y la arcilla el hombre necesito de unos espacios para su urgente necesidad y desarrollo lo que hoy llamamos las cerámicas ibéricas, decoradas con oxido de hierro y algo de bórax.
Así esta cerámica IBERO-OMEYA homenajea y pretende recuperar estos dos polos de las viejas culturas.
Rescatar hoy las artes y ponerlas sobre un tapiz de modernidad y tecnología no es tarea fácil, sin embargo podemos decir, ( y enorgullecernos de ello ) que estamos habilitando sobre un viejo papiro que se llama Granada, Una Granada cargada de historia que en su tiempo dio nombre a la cuna de la cultura europea. Y es importante recatar y devolver a la contemplación aquellas formas incompensables perdidas por el desprecio y el olvido.

EL QUIJOTE EN LA CERAMICA DE TALAVERA





El libro: «El Quijote en la cerámica de Talavera de la Reina», una iniciativa completamente privada de la que son autores Miguel Méndez Cabeza en la parte literaria y Vicente García Canseco que ha realizado las ilustraciones y es el editor del lujoso trabajo. La presentación de la obra y de los autores corrió a cargo del reconocido especialista en cerámica y académico, Ángel Ballesteros Gallardo.

El libro, que está excelentemente editado y que se dedica a los ceramistas talaveranos actuales, se divide en dos partes. La primera es una introducción en la que se explica cómo y cuándo se introdujeron los motivos quijotescos en la decoración de la cerámica talaverana sobre fondos que anteriormente se habían utilizado con motivos de monterías. Aunque existen otras obras menores fechadas con anterioridad y se discute si fue Ruiz de Luna o Niveiro el primero que los utlilizó, la primera gran obra en la que aparecen es un conjunto elaborado por Ruiz de Luna en 1926 para el portal situado en el número 67 de la calle San Bernardo de Madrid. También se explica que la mayor parte de las decoraciones quijotescas están inspiradas en los grabados de Gustavo Doré, aunque también los hay de otros autores nacionales y extranjeros en menor medida. Se dedica un capítulo a detallar cómo era Talavera en la época de Cervantes, así como otro sobre las referencias que el autor del Quijote hace a Talavera y sus costumbres en otras de sus obras.

La segunda parte del libro es una relación de las 70 escenas quijotescas inventariadas en la cerámica talaverana, donde además de la explicación del producto cerámico y su autoría, se incluye el pasaje del Quijote referido a él.

Se trata pues, de una obra definitiva sobre este tema y la principal aportación privada que Talavera hace a la efeméride de la primera edición de El Quijote de la mano de Canseco Editores S.L.

TALAVERA RINDE HOMENAJE A JUAN RUIZ DE LUNA



Si ahondamos en la cerámica de Talavera durante el siglo XX, nada especial se aprecia al comienzo del siglo; la producción de cerámica en Talavera tenía los mismos tintes que había tenido en el XIX. Sin embargo, todo cambió cuando apareció el ceramista cordobés Enrique Guijo, en 1907, por Talavera, cautivando a Platón Páramo y a Ruiz de Luna con las piezas que cuece en los hornos de El Carmen, imitando las antiguas piezas de los alfares talaveranos.
El 8 de Septiembre de 1908, día de la Virgen del Prado, se abría, cocido ya, el primer horno de la fábrica Nuestra Señora del Prado, propiedad de Ruiz de Luna, Guijo y Compañía. Ese día comenzó el renacimiento de la cerámica en Talavera.

Juan Ruiz de Luna Rojas nació el 12 de Julio de 1863, en Noez. En este pueblo permanece 17 años ayudando a su padre en la industria familiar, que consistía en hacer castañuelas para los teatros y colmaos. Sus hermanos, Jerónimo y Emilio, trabajan como pintores decoradores en Madrid. Coinciden en la pensión con Filadelfo Chico, estudiante de Farmacia, que era de Belvís de la Jara. Los hermanos le prometen decorarle la farmacia cuando termine la carrera. Palabra que cumplen. De allí pasan a pintar la casa del médico de Las Herencias.

Al aumentar los encargos, deciden establecerse en Talavera. Los compromisos aumentan y, para darles cumplimiento, ya en 1880, piden a su padre que mande a Juan para que les ayude. La moneda cambia la cara. En 1885 el cólera se apodera de Talavera y entre los muertos se encuentran los dos hermanos de Juan Ruiz de Luna. Además de a la pintura, éste se dedica a la fotografía, llegando a poner un estudio en la Plaza de Aravaca. Su inquietud y su trabajo le llevaron a trabar amistad con los hermanos Lumière.

En 1907 aparece por Talavera Enrique Guijo, un ceramista cordobés que conocía los secretos alfareros de Triana. Su idea es reproducir las antiguas piezas de cerámica talaverana. Hace unas pruebas en el alfar de ‘El Carmen’. Ruiz de Luna, antes de enviárselas a Guijo, las tiene expuestas en su tienda, observando el interés que despiertan. El no aceptar el reto Emilio Niveiro para producir cerámica al estilo antiguo en su fábrica, hizo que surgiera una sociedad que estaba formada por Ruiz de Luna, Platón Páramo -coleccionista y farmacéutico de Oropesa-, Juan Ramón Ginestal y Enrique Guijo.

Podemos señalar diversos períodos en la producción de la fábrica de Ruiz de Luna, a saber:
El de los inicios y primeros logros, que abarca desde que se cuece el primer horno el 8 de Septiembre de 1908 hasta 1915, año en que abandona la sociedad Enrique Guijo.

El de los Ruiz de Luna como dueños y señores, entre 1915 y 1942, cuando el propio Ruiz de Luna y sus hijos se hacen cargo de la fábrica. Su hijo mayor, Juan, pone en práctica lo aprendido en la Escuela de Cerámica de Madrid. En este período Francisco Arroyo se responsabiliza de lo referente a la calidad y a la pureza artística.

El de los hijos como herederos, entre 1942 y 1961, cuando los destrozos de la guerra del 36 en la fábrica y la dureza de la posguerra, unido a la edad avanzada de Ruiz de Luna, le hizo traspasar la fábrica a sus hijos mayores. Juan Ruiz de Luna muere el 25 de Septiembre de 1945. La fábrica no consigue rehacerse, teniendo que cerrar el 1 de Abril de 1961.

El éxito de la cerámica producida en el alfar de Ruiz de Luna desencadena la aparición de otras fábricas o talleres, como los de Henche, Ginestal y Machuca o la fábrica de Montemayor. El Carmen, de Niveiro, renueva su producción y comienza a fabricar cerámica renacentista. La crisis de la guerra del 36 y la posguerra obliga a algunos obreros sin trabajo a marchar a Madrid para decorar establecimientos y a pintar los motivos y grecas de la cerámica en muebles o telas. En 1950 el alfar de El Carmen deja de ser propiedad de Niveiro y se transforma en una cooperativa, que fue formada por los mismos obreros de este alfar.

El cierre de la fábrica de Ruiz de Luna hace buscar soluciones a los obreros que habían quedado sin trabajo. Aprovechan el auge del turismo y comienzan a funcionar nuevas fábricas formadas por antiguos trabajadores del alfar de Ruiz de Luna, como ‘La Purísima’ (1961). Relacionadas con el estilo y producción por contar con algún obrero o aprendiz del taller de Ruiz de Luna, se encuentran Artesanía Talaverana (1966), Mave (1969), Talabricense (1972) y Antonio González Durán.

Con influencia de El Carmen aparece el Alfarillo de la Menora (1962), fábrica fundada por Emilio Niveiro Díaz y Alfonso Chacón. Este alfar introduce el mate en la cerámica talaverana y un nuevo concepto del espacio decorado, en el que predominan los espacios blancos y las formas geométricas.

Formados en las nuevas fábricas o de manera -en cierto sentido- autodidacta, surgen por los años 80 un grupo de alfareros que en pequeños talleres producen una cerámica con gran calidad pictórica. Unen los temas tradicionales de la cerámica talaverana con bodegones, temas del Quijote y cacerías o reproducen cuadros de los grandes pintores realizados con un cromatismo y trazos como si fueran cuadros pintados al óleo.

Actualmente han evolucionado hacia un nuevo concepto de la cerámica talaverana. Un fragmento de una greca o de un tema grutesco se convierte en el único tema decorativo de la pieza. Adquieren estas piezas gran belleza plástica y a la vez se aprecia lo talaverano en ellas. También producen una cerámica de influencia chinesca en las formas y en los motivos decorativos, que sueen ser florales y de pájaros.

En febrero de 1982, dependiendo de la Escuela de Toledo, se inaugura la Escuela de Cerámica en Talavera con dos cursos preparatorios, pues por la fecha en que se inició no se podía impartir un curso completo. En un principio se marcó la Escuela como objetivo, el estudio de lo tradicional y perfección técnica en la hechura. Objetivo que se ve cumplido en el grupo de alfareros que han pasado por la Escuela de Cerámica y hoy trabajan en fábricas o en sus propios talleres.

Se aprecia calidad en el empleo de pastas, esmaltes y en su cochura, así como en el dibujo de los motivos. Innovaciones temáticas sin romper con lo tradicional. Reproducción de algunas obras antiguas y trabajos de restauración de piezas deterioradas. Dominan la técnica de hacer moldes, lo cual les permite hacer nuevos diseños. Son unos alfareros que experimentan, conjugan lo nuevo con lo antiguo, investigan y estudian. Algunos de ellos combinan lo tradicional con la obra puramente artística, teniendo como base de su producción la arcilla.

Son muchas las notas positivas que se dan hoy día para que siga siendo el arte del barro un distintivo de Talavera y por lo tanto que ésta siga siendo, también en el siglo XXI, la Ciudad de la Cerámica.

Artículo publicado en el número extraordinario de La Voz de Talavera Especial Siglo XX

UNA MAGNA EXPOSICIÓN ABRE LOS ACTOS DEL CENTENARIO
Como no podía ser de otra forma, será este próximo y festivo lunes 8 de septiembre, fecha en el que se cumplen 100 años de la puesta en marcha de la fábrica de cerámica Nuestra Señora del Prado, cuando también den comienzo los actos con los que el Ayuntamiento de nuestra ciudad quiere rendir homenaje a Juan Ruiz de Luna. Aunque el programa municipal se extenderá durante el último trimestre de 2008, sin duda, el gran plato fuerte va a ser la exposición que albergará hasta el 8 de diciembre el Centro Cultural Rafael Morales y que bajo el título ‘El arte redivivo’ repasará la obra cerámica de Ruiz de Luna. Para la ocasión, el profesor e historiador talaverano Fernando González Moreno, comisario de esta muestra antológica y coordinador del programa de homenaje, ha logrado reunir una selección de 192 piezas donadas entre otros por el propio Museo Nacional de Cerámica Juan Ruiz de Luna, el Museo Sorolla, el Ayuntamiento talaverano, además de particulares, entre ellas la prestigiosa Colección Carranza. Para Carlos Gil, concejal de Cultura, “va a ser una ocasión única de poder ver el trabajo del alfar de Ruiz de Luna, que se encuentra a la altura de la mejor cerámica talaverana”.

El acto inaugural comenzará a las 19 horas en el lugar donde se levantaba la fábrica de cerámica Nuestra Señora del Prado, hoy ocupado por el Centro de Salud Talavera Centro. Allí va a ser descubierta una placa diseñada y elaborada por Alfredo Ruiz de Luna, nieto de Juan Ruiz de Luna. Debido a la gran cantidad de familiares, representantes de la entidades donantes de piezas y autoridades cuya presencia está prevista, este día el acceso al Centro Cultural Rafael Morales será por invitación. Por tanto, el público en general podrá acudir a partir del 9 de septiembre en horario de 9 a 21 horas.

También con la colaboración económica y logística de entidades como la Diputación de Toledo, la Consejería de Turismo y la Empresa Pública de Eventos de la Junta de Comunidades, el Ayuntamiento publicará y pondrá a la venta un vistoso catálogo de la muestra y en paralelo a ésta se sucederán distintas convocatorias cuyas fechas aún no han sido confirmadas. Así, en octubre, Talavera va a ser sede de dos congresos cerámicos, uno de carácter nacional, con la ceramología como argumento, y también se celebrará el Congreso Internacional de Ciudades de la Cerámica. A lo largo del mes de noviembre está prevista la reedición de un libro sobre la obra de Juan Ruiz de Luna y, además, se presentará un cuadernillo sobre su figura.

Entre los actos a desarrollar con motivo del centenario del emblemático alfar, el Ayuntamiento no quiere pasar por alto la figura de Salvador Ruiz de Luna, hijo de Juan y uno de los grandes compositores de la música española del siglo XX. Para ello, en diciembre la Banda de Talavera interpretará junto a distintos músicos invitados varias de sus partituras.

En definitiva, para Carlos Gil, “la ciudad va a hacer un gran esfuerzo para reconocer la labor de un gran ceramista y una gran persona que supo tener visión de futuro y logró abrir las frontera,, llevando a Talavera y su cerámica por todo el mundo”. Igualmente, el concejal de Cultura confía que tanto la exposición como el resto de actos sirvan para que durante los próximos tres meses gran número de visitantes lleguen hasta nuestra ciudad atraídos por la cerámica talaverana y la figura de Juan Ruiz de Luna.