miércoles, 21 de octubre de 2015

HISTORIA DE LA CERAMICA DE RUIZ DE LUNA  Nº 24


En cuanto al fin último de la colección, independientemente del lógico deleite personal
del coleccionista, fueron varios los motivos
que justificaron plenamente su existencia:
recuperación de tipologías renacentistas,
publicidad para la fábrica, referente como
modelo educativo, etc. No hay que olvidar
que es éste el momento en el que en
muchas provincias españolas surgen las
Escuelas de Artes y Oficios poniendo en
práctica el modelo pedagógico impulsado
por la Institución Libre de Enseñanza y por
las Misiones Pedagógicas en relación con
el fomento de la educación de los obreros;
“obreros sí, pero inteligentes y artistas”16.
Con este mismo objetivo, el del dominio
absoluto de la técnica y el arte, Ruiz de
Luna puso en funcionamiento la Sociedad
de Instrucción y Recreo “El Bloque”17, donde
los propios Juan Ruiz de Luna, hijo, y
Francisco Arroyo ejercerán como maestros
de los operarios; allí imparten una serie de
materias teóricas como complemento de
las clases técnicas relacionadas con las
pastas, el torno, los moldes, los hornos, etc.
En este sentido, el museo de cerámica antigua
fue vital para la culminación del proyecto
de renacimiento cerámico, en cuanto
que las piezas que la integraban sirvieron
como modelo a imitar por los alumnos en
un intento de reproducir no sólo las antiguas
tipologías, sino de educar el gusto,
“el buen gusto”, tan amenazado por la incipiente
industrialización de las artes [Cat. 9,
89 y 90 y figs. 46 – 48]. Ya en 1885, M. B.
Cossío insistía desde las páginas del Boletín
de la Institución Libre de Enseñanza en
la importancia de la educación de los niños y del enfoque pedagógico que las salas de
los museos debían tener18. Años después,
Santiago Camarasa se hacía eco del éxito
obtenido: “Su fábrica, la misma de antes,
pero toda llena de talleres, es un modelo
de fábricas, de escuelas deberíamos decir,
que allí se han educado y se educan sus
obreros desde niños, desde que empiezan
las primeras nociones del dibujo, inculcándoles
con acertada dirección, en el nutrido
y valioso museo de obras de cerámica antigua
que posee Ruiz de Luna”19 [Fig. 49].
Estas obras, que servirán como modelos
para ser reproducidos, se detallan en una
Nota de Precios bajo el significativo título
de “Catálogo de reproducciones del Museo
Antiguo”. Fechado en 1959, consta de 27
piezas cuyas tipologías abarcan jarras, tarros
de farmacia, placas con imágenes… y
hasta trece tipos de platos. También se incluye
el azulejo denominado de “carabela”
con las medidas tradicionales de 14 x 14
cms. En esta escueta relación figuran también
tanto las medidas como los precios,
los cuales, como dato curioso, oscilan entre
las cuarenta pesetas del azulejo suelto hasta
las cuatrocientas cincuenta de la jarra de
37 cms20.
Pero además, este compendio de la mejor
loza talaverana que fue su colección se utilizó
como reclamo publicitario adicional para
alentar las visitas a la fábrica, por lo que se
elaboraron carteles anunciadores para la
prensa: MUSEO RUIZ DE LUNA / CERÁ-
MICA ANTIGUA TALAVERANA / SIGLOS
XV AL XIX / ENTRADA LIBRE / TALLERES
DE ARTESANÍA21 [Fig. 41]. Se trataba de
evidenciar la posibilidad de adquirir obras similares a las producidas en los “Siglos
de Oro” y se justificaba el deseo de adquirir
piezas de lujo a la vista de los ejemplares
mostrados en este museo de “entrada
libre”. J. RUIZ DE LUNA / CERAMISTA /
SU LABOR CONSTANTE Y LA POSESIÓN
DE UN NUTRIDO MUSEO DE PIEZAS AUTÉNTICAS
HACEN QUE SUS OBRAS SE
CONFUNDAN CON LAS MEJORES DE
SU MAYOR FLORECIMIENTO.

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