jueves, 8 de octubre de 2015

HISTORIA DE LA CERAMICA DE RUIZ DE LUNA   Nº 18


Es una de las señas de identidad del alfar
de Ruiz de Luna, hasta tal punto que ha
llegado a identificarse con lo talaverano. El
origen hay que buscarlo en las grecas de
roleos y acantos de las producciones polícromas
del XVII o de las azules y blancas
del mismo siglo y del siguiente. Esta inspiración
en la mente y las manos de Francisco
Arroyo dio lugar a un sinfín de combinaciones.
De aquellos roleos brotaron tallos
y hojas que engendraron flores y frutas,
mezclados con herrajes y calabrotes, que a
su vez se alargaron para formar candelierio se mezclaron con figuras antropomorfas y
zoomorfas en una nueva visión del grutesco
a lo barroco. Todo ello con el sombreado
perfecto, el dibujo preciso y el colorido
que, aunque creado por ellos, se confunde
con el “clásico” de Talavera. Esa mezcla
de amarillo, azul y naranja no se ha ido
de nuestras retinas, aunque hace ya casi
cincuenta años que se apagaron aquellos
hornos.
Las composiciones se adaptaron perfectamente
al planteamiento de grandes murales,
bien para fachadas o para zócalos, de
los que tenemos ejemplos excelentes en el
primer catálogo del alfar dibujados por Arroyo.
También se añadieron a la panza de
grandes jarrones, bien como motivo único,
a partir de un pequeño óvalo o camafeo en el centro de un eje vertical, o como acompañamiento
de otros motivos centrales:
cuadros clásicos, tondos de guerreros, etc.
[Cat. 34]. Estos roleos fueron utilizados durante
toda la vida del alfar y se mezclaron
frecuentemente con casi todas las series
que estamos estudiando.
Serie del Quijote:
La existencia de un plato de producción talaverana
de mediados del siglo XVIII con el
tema del Quijote en la colección de Ruiz de Luna provocó, no sólo su copia, sino sobre
todo la elección de las aventuras del ingenioso
hidalgo como parte del repertorio decorativo
del alfar. El momento era de lo más propicio
para la adopción del tema si tenemos
en cuenta que en 1905 se había celebrado
el tercer centenario de la obra [Fig. 22bis].
Además el momento de regeneración nacional
que se vivía en España era el idóneo,
impulsado por los integrantes de la Generación
del 98 y alentado por los miembros de
la Institución Libre de Enseñanza.
Fueron las ilustraciones del Quijote del centenario,
obra del pintor andaluz José Jiménez
Aranda, y las de la Edición Príncipe de 1863 de Gustave Doré las principales fuentes
para las piezas cerámicas de la fábrica.
La adopción de este tema debió de realizarse
desde los primeros años, no sólo por la
existencia de las copias de la pieza histórica
[Cat. 71 y 72], sino por aparecer representado
en la pieza nº 198 del catálogo I y
en los siguientes. Igualmente se conservan
bastantes bocetos para obras de azulejería
con este tema22.
En esta muestra están presentes, además
de la pieza ya señalada, sendos bustos
de Cervantes [Cat. 140 y 141], un panel de azulejos con el episodio de los molinos
[Cat. 142] y una fuente ochavada en que
don Quijote y Sancho preparan las caballerías
[Cat. 143].

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