viernes, 18 de septiembre de 2015

HISTORIA DE LA CERAMICA DE RUIZ DE LUNA     Nº 3

En1907,“con un enjambre de ideas, y de
estarcidos bajo el brazo” y con la recomendación de
Serafín Falcó, Guijo llega a Talavera, entra
en contacto con Juan Ruiz de Luna Rojas
–pintor decorador, pintor cerámico ocasional
y fotógrafo que también se muestra interesado
por una empresa de resurgimiento
cerámico aplicada a Talavera– y pinta una
serie de platos y un tibor con motivos renacentistas
italo-sevillanos en la fábrica “El
Carmen” [Cat. 1 y 2]. El cordobés, sin llegar
a ver las piezas cocidas, regresa a Madrid y
queda a la espera de que Emilio Niveiro Gil,
propietario de “El Carmen”, acepte formar
parte de este proyecto; sin embargo, ni Platón
Páramo ni su hijo Emilio Niveiro Romo
logran convencerle. Afortunadamente, Juan
Ruiz de Luna había decidido exponer las
piezas pintadas por Guijo en su tienda de la
calle Medellín (actual Mesones) y, viendo la
grata aceptación generada entre el público,
resuelve acometer él mismo el proyecto de
resucitar la antigua cerámica talaverana.
Juan Ruiz de Luna Rojas procedía de una
familia de modestos artífices decoradores
en pintura, talla y escultura [Cat. 3 y 4]. Instalado
en Talavera desde 1880 junto a sus
hermanos Jerónimo y Emilio Herráiz, Juan
colabora con ellos en el diseño de escenografías
y en la decoración de establecimientos,
pero apenas cinco años después se
produce la muerte de ambos por el cólera
y Juan queda sólo al frente del negocio. Es
éste el primero de uno de esos momentos
de su trayectoria que demuestran la capacidad
de Ruiz de Luna para afrontar momentos
de crisis y superarlos con admirable éxito.
Juan no sólo consigue sacar adelante
el negocio por sí mismo, sino que además
consigue encargos como la decoración del
teatro de Navalmoral de Pusa (1903), del
Convento de Santo Domingo, el telón de
embocadura y decoraciones del teatro “La
Unión” (El Liceo), del Camarín de la 
Virgen del Prado [Fig. 3] –todos en Talavera
 de la Reina– o del Palacio de las Cabezas del
Marqués de Comillas en Navalmoral [Cat. 5
y 6]; éste último encargo marca además el
inicio de una estrecha relación con el Marqués
de Comillas, que se convertiría en un
continuo mecenas para Ruiz de Luna, sufragándole
un viaje a Roma y, en 1909, el
envío de piezas de cerámica a Nueva York.
Juan Ruiz de Luna demuestra además ser
un artista movido por una continua curiosidad
y ánimo de superación, lo que le lleva
a asociarse con Juan José Perales para
establecer en la plaza de Aravaca de Talavera
el primer estudio fotográfico de la ciudad
[Cat. 7 y 8]; ambos formaron sociedad
hasta 1895, año a partir del cual Ruiz de
Luna prosiguió en solitario su labor como
fotógrafo –aún compaginada con la de pintor
decorador– y como colaborador gráfico
de numerosas publicaciones de la época:
Castilla, El Castellano Gráfico, Toledo, etc.
También se atribuye al ya mencionado Marqués
de Comillas el intento por convencer a
Ruiz de Luna para que entrara en contacto
con los hermanos Lumière y comercializara
en nuestro país el cinematógrafo, pero este
sería uno de los pocos proyectos que Ruiz
de Luna dejara escapar .
Llegado el año de 1908, Juan Ruiz de Luna
se encuentra con el gran reto que marcará
el resto de su vida y de su carrera artística:
poner en marcha una fábrica destinada a
“hacer resurgir la Cerámica artística de Talavera
tan famosa en los siglos XVI y XVII,
época de su mayor florecimiento”10.
 El Primer paso consistió en la creación de una
sociedad –“Ruiz de Luna, Guijo y Cía.”– en
la que, en un primer momento, iban a tomar
parte el propio Juan Ruiz de Luna (con una
acción de 4.000 pesetas y quedando a cargo
de la dirección, gestión y administración
de la fábrica), Platón Páramo y Sánchez
(con una acción del mismo valor y poniendo
a disposición de la fábrica su colección
de cerámica antigua para que sirviera como
modelo), Enrique Guijo (con otra acción de
4.000 pesetas como socio industrial y tomando
el puesto de jefe de taller de decoración)
y Juan Ramón Ginestal Maroto (con
dos acciones de 4.000 pesetas cada una y
otra tercera del mismo valor en concepto
del edificio de la antigua fábrica de paños
de la plaza del Pan que proporciona para
instalar los talleres). Sin embargo, la muerte
de Ginestal obliga a replantear la sociedad;
quedan Ruiz de Luna y Páramo, la viuda de
Ginestal no toma parte en la sociedad pero
ofrece el edificio a cambio de un alquiler y se
incorporan Manuel Casas y Gallego y José
Gallego y Benito. La sociedad definitiva quedó
legalmente constituida el 9 de agosto de
1909 con estos cuatro miembros, a los que
un año después se uniría Juan Andrés de
Covarrubias y Laguna, Marqués de Villatoya
(con una acción más). Guijo no tomó parte
como socio capitalista11 [Cat. 11 y 13].
Los primeros años de la fábrica, fundada
el 18 de junio de 1908 aunque el primer
horno para venta no fue cocido hasta la
simbólica fecha del 8 de septiembre del
mismo año [Cat. 14], serían sin duda los
más ilusionantes, pero también los más
duros y arriesgados. Y aquí, una vez más,
es cuando la personalidad perseverante de
Juan Ruiz de Luna se impone por encima
de las adversidades que hacían peligrar
la continuidad del proyecto. El primer gran
reto fue, sin duda, habilitar la propia fábrica,
construyéndose en el tiempo récord de
tres meses los talleres, hornos, charcas y
demás dependencias auxiliares necesarias
[Cat. 10]. No obstante, aún mayor problema
suponía encontrar el personal necesario y
cualificado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario